“La energía nuclear nunca fue rentable”


Sofía Redondo: Buenos días, profesor David Rivas. De nuevo vamos a tener una breve conversación sobre cuestiones ambientales. David Rivas es profesor de desarrollo sostenible en la Universidad Autónoma de Madrid y fue presidente de Amigos de la Tierra, la principal organización ecologista internacional. Esta vez la actualidad nos lleva a la energía nuclear y, concretamente, a la posible ampliación de la vida de la central de Garoña.
David M. Rivas: Buenos días. Yo le voy a responder de la mejor forma que pueda pero no soy un experto en energía nuclear desde un punto de vista técnico. Si me pregunta por cuestiones técnicas no podré responder.
S.R.: Es que me interesan más las cuestiones sociales y políticas porque creo que están en el verdadero trasfondo de este asunto.
D.M.R.: Yo también lo veo así y ahí tengo alguna opinión formada y, creo, bien asentada.
S.R.: ¿Por qué se pretende alargar la vida de las centrales nucleares, empezando por la de Garoña?
D.M.R.: Porque es un gran negocio para sus propietarios. El sistema eléctrico que tenemos premia a las nucleares y premia particularmente a las amortizadas, como es la de Garoña, que están cobrando por cada kilowatio el triple de su valor. No hay otra razón. Y si consiguen que Garoña, que lleva parada desde 2012, reabra sin límite temporal de vida, detrás irán las otras cuatro existentes, cuyas vidas deberían acabar pronto. La que tiene un horizonte más amplio es Trillo, que debería cerrar en el 2024. El segundo reactor de Almaraz caducaría en 2025 pero su licencia termina en 2020.

S.R.: El Consejo de Seguridad Nuclear ha dado el visto bueno.
D.M.R.: El CSN es desde su creación un grupo de presión de la industria eléctrica con apariencia de organismo público. Si es que incluso las cifras que da para Garoña tras su reapertura son más optimistas que las de la empresa propietaria. Es una cosa curiosa. Además el CSN emitió un informe incumpliendo las reglas que él mismo había fijado. El Consejo obligaba en 2015 a los propietarios de la central a actuar sobre los gases, sobre la red eléctrica, sobre protección antiincendios y sobre el aislamiento. La empresa no cumplió ni uno sólo de estos puntos. Y resulta que el CSN da el visto bueno. Los consejeros que han votado a favor de la reapertura, que son mayoría, dicen que esas condiciones no eran “vinculantes”, en una perversión incluso de la palabra “vinculante”. Argumentan ahora que las obras pendientes deben realizarse antes de la reapertura, si es que hay reapertura. Es decir: que la patata caliente se la pasan al gobierno. Y, no me gustaría parecer demagógico, pero aquí entran en juego las “puertas giratorias”.
S.R.: Desmontar Garoña también tiene grandes costes.
D.M.R.: Desmontar una central nuclear es muy caro, es cierto. Mire, el desmantelamiento de Zorita costó 135 millones y duró diez años. Estamos hablando de auténticas brutalidades. Desmantelar Garoña andaría por los 200 millones de euros que es, más o menos, la misma cantidad que sería necesaria para reabrirla.
S.R.: Y si se cierra, ¿quién pagaría los costes?
D.M.R.: No los pagaríamos ni los ciudadanos ni las empresas. Lo pagarían nuestros bisnietos. Y no es una frase poética o apocalíptica sino que así lo ha dicho el Tribunal de Cuentas: sólo un 28 por ciento del coste se cubriría antes del 2085.
S.R.: Los contrarios a la reapertura de Garoña temen que sea el inicio de la prolongación de la vida de todas las demás centrales.
D.M.R.: Es evidente. Y eso nos lleva a problemas aún más complejos. Por ejemplo, Almaraz, la central más potente, va a solicitar la renovación este año. Esta central tiene unos depósitos de residuos inmensos y están en la frontera con Portugal. El gobierno portugués, con toda la razón, argumenta que no se realizó ninguna evaluación de impacto ambiental transfronterizo. Además, las aguas que refrigeran la central española, corren hacia Portugal. Como ve, estamos hablando de cosas muy complejas, tan complejas que a mí, que algo sé, se me escapan.
S.R.: Otros países europeos han decidido alargar la vida de sus centrales nucleares.
D.M.R.: Creo que sólo han sido Bélgica y Alemania. Sobre Bélgica, un país muy pequeño y muy urbanizado, sólo le aconsejo sentarse en un café y sacar el tema: están aterrados. Y el gobierno alemán ya dota de pastillas de yodo a determinadas poblaciones. Parece una película, pero no lo es. Además, con el incremento del riesgo de ataques terroristas las cosas son más peliagudas.
S.R.: Ese riesgo siempre existió.
D.M.R.: Nunca fue tan alto como hoy. Es imposible imaginar a ETA o a IRA provocar cientos de miles de muertos y contaminación nuclear para miles de años. Pero hoy estamos en otro escenario.
S.R.: ¿Y la rentabilidad?
D.M.R.: La energía nuclear nunca fue rentable. Conviene recordar la historia. Es un sector que nace para aprovechar las inversiones realizadas durante la segunda guerra mundial para construir bombas atómicas. Poco a poco se va convirtiendo en santo y seña de los países industrializados y poderosos. Y aquí, vengamos a casa, entra Franco. El programa franquista de los sesenta planteaba 52 centrales nucleares. No importaba el coste ni la inseguridad. Lo importante era estar en la cúspide del poder y del desarrollo. Vea usted, que andará por internet, el mapa de la nuclearización de España. Es espeluznante. Afortunadamente el general fascista no tuvo tiempo, dinero ni apoyo internacional.
S.R.: Siempre se dijo que era una energía barata y segura.
D.M.R.: Vayamos por partes. Es barata porque no se le imputan los costes asociados a residuos y a contaminación. Le voy a poner un ejemplo más fácil. Si a las empresas de transporte se les imputaran los costes de construcción y mantenimiento de puertos, aeropuertos y carreteras, ¿qué pasaría? Pues aquí estamos hablando de lo mismo pero multiplicado por miles de veces. De hecho, cuando Margaret Tatcher privatizó todo lo privatizable, nadie se quedó con las nucleares. Ninguna compañía de seguros es capaz de responder por una nuclear. En España no hay problema porque responde el estado.
S.R. ¿Qué cree que va a pasar?
D.M.R.: Evidentemente, que se ampliará la vida de las centrales nucleares. Con un gobierno que penaliza el uso doméstico de la energía solar no podemos esperar otra cosa. Y que conste que no sólo es este gobierno, sino también los anteriores y los autonómicos. No ha habido en el reino ningún partido gobernante, socialista, conservador o nacionalista, que no tenga el mismo gusto por la energía eléctrica.
S.R.: Muchas gracias, David Rivas, profesor titular de estructura económica de la Autónoma de Madrid.
D.M.R.: A usted Sofía, buenos días. 

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